Gusanos en los pies? Descubre cmo es la lesin de Luca Pombo

La piloto comercial e influencer Lucía Pombo, hermana de la también influencer María Pombo, ha regresado de Zanzíbar (Tanzania) con un souvenir bastante desagradable: un gusano en el dedo del pie que está vivo y se mueve. En realidad, se trata de una infestación de la piel por larvas de helmintos. Estos parásitos son endémicos en las áreas tropicales y subtropicales del planeta, pero cada vez son más frecuentes en los países desarrollados por la globalización.

La mayoría de las personas se infectan al caminar descalzas o con zapatos abiertos. Generalmente no es una infección grave y, además, tiene tratamiento eficaz.

De los animales domésticos a las personas

Los dermatólogos conocen bien esta afección, a pesar de que no es frecuente en países como España. Un equipo del Hospital Germans Trias y Pujol y la Universidad Autónoma de Barcelona, encabezado por Mireia Sàbat Santandreu, publicó el año pasado en la revista Actas Dermo-sifiliográficas un artículo en el que se detalla el diagnóstico y tratamiento de 8 casos atendidos en dicho centro sanitario. “La larva migrans cutánea es un proceso con una expresión clínica característica de fácil reconocimiento, que además aparece en un paciente que acaba de regresar de un viaje a una zona tropical o subtropical”, apuntan los autores.

Según describen, estos gusanos tienen un ciclo vital que se inicia cuando los huevos son excretados en las heces de animales, que habitualmente son perros o gatos. En un principio maduran hasta convertirse en larvas no infecciosas y, al cabo de pocos días y con las condiciones adecuadas de calor y humedad, se transforman en larvas infecciosas que permanecen en el suelo hasta que se ponen en contacto con la piel de sus huéspedes primarios, que son los animales domésticos. Penetran y pasan por vía linfática y venosa hacia los pulmones, los alvéolos y la tráquea, para después ser regurgitados. Llegan al intestino del huésped, donde maduran en el intestino y producen huevos, que finalmente son excretados por las heces. 

Así se cierra un círculo que de forma ocasional sufre una pequeña variación cuando las larvas infecciosas presentes en el suelo entran en contacto con una persona y penetran a través de su piel. Sin embargo, en este caso lo normal es que el gusano no complete su ciclo vital, ya que no dispone de la enzima necesaria (una colagenasa) para penetrar en la denominada membrana basal y llegar al tracto gastrointestinal para reproducirse. No obstante, tal y como exponen los dermatólogos del Hospital Germans Trias y Pujol, de forma excepcional lo consigue y produce “un cuadro de larva migrans visceral”

De ahí que la vía cutánea no sea la forma más habitual por la que una persona puede contraer una larva migratoria visceral. En general, este subtipo se produce por vía oral, al ingerir huevos infectantes de nematodos parásitos de gatos y perros. Estos huevos eclosionan en el intestino y las larvas se distribuyen en todo el organismo, principalmente hígado, pulmón, corazón y cerebro. La contaminación de los suelos no es la única fuente de esta infección, ya que en las zonas tropicales endémicas se ha demostrado que el consumo de hígado de aves que han estado confinadas junto con perros, o bien la ingesta de verduras regadas con aguas residuales parcialmente tratadas, pueden transmitir también el parásito. 

Síntomas que produce la larva migratoria

La larva migrans cutánea es fácilmente apreciable a simple vista: produce una erupción de forma serpenteante, que además se va moviendo. El síntoma más característico es el picor, que suele ser muy intenso.

“Las larvas pueden permanecer inmóviles durante semanas o meses, o empiezan a migrar de inmediato, desplazándose a razón de unos 2-5 cm por día”, señalan los dermatólogos. El túnel de pocos milímetros de ancho que labran a su paso genera una lesión lineal de color rojizo claro en un principio y más oscuro después. “No es infrecuente encontrar múltiples lesiones debidas a la penetración de más de una larva como sucedió en dos de nuestros casos”, añaden.

La evolución es habitualmente benigna y el proceso culmina con la muerte de la larva al cabo de entre 1 y 3 meses en la mayoría de los casos. Las complicaciones pueden llegar por una sobreinfección bacteriana debida al rascado de la lesión.

Tratamiento de esta infección

Respecto al tratamiento, en la actualidad se consideran inadecuados los procedimientos encaminados a destruir y extirpar la larva, como la aplicación de calor o el frío local con nieve carbónica o nitrógeno líquido. Estos métodos son dolorosos y existen alternativas menos agresivas y más eficaces.  

La terapia más habitual es la administración oral de fármacos del tipo de los derivados benzimidazólicos. Entre ellos, el tiabendazol y el albendazol. Más recientemente se ha empezado a utilizar la ivermectina. Otros medicamentos empleados son la clorfeniramina, dietilcarbamacina y el mebendazol, con resultados variables. 

El proceso es mucho más lento de lo que los afectados desearían y no culmina con la extracción del gusano muerto, sino que se deja que los mecanismos de los que dispone el cuerpo humano se encarguen de la degradación de sus restos.

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